La droga del teatro

Gracias, gracias y gracias querida Marisol. Gracias por confiar en mí. Por ser la primera en darme la oportunidad de subir a las tablas. Por quererme y entenderme. Siento que nunca te llegué a expresar lo agradecida que te estoy y el cariño que te tengo. Allí donde estés, espero que te llegue mi abrazo más cálido y que sepas que por aquí, te echamos de menos.

El año pasado subí por primera vez a las tablas de forma profesional. Fue con solo tres días de ensayo y el reto de memorizar los textos locos y escandalosos de Joe Orton. Todo muy intenso, con muchos cambios de vestuario, pelucas, varias coreografías e infinitas entradas y salidas de escena... para un estreno por todo lo alto. La oportunidad me la brindó la compañía de Tomás Gayo. Y todo gracias a Marisol Gayo (cuánto te pienso y te echo de menos).

La mutación de Sara a Geraldine Barcley.

Marisol era una gran empresaria. Una mujer valiente y luchadora. Quiso continuar con el proyecto teatral de “Lo que vio el mayordomo” en homenaje a su sobrino Tomás Gayo, que había fallecido dejando a medias una obra que le hacía especial ilusión. Ella provenía de una industria que nada tenía que ver con el teatro, y creo que con ese gesto os podéis hacer una idea del tipo de persona que era: valiente, comprometida y honesta con los suyos.

Así que desde que di vida a Geraldine Barcley, en “Lo que vio el mayordomo”, quedé contaminada por el teatro. Desde entonces, no he parado de
buscar textos, propuestas y personajes, para volver a sentir el efecto de esa droga y el calor del público. El teatro es una forma de expresión artística en la que te enfrentas al silencio de unas sombras. Ellas esperan lo mejor de ti, sin saber que realmente son ellos los que te están regalando su alma. Y sentir su risa o entender cómo encoges su estómago… Produce una felicidad inexplicable.

Desde que llegué a Madrid, cogí por costumbre ir a ver piezas de microteatro cada semana. Me fascinaba la idea de poder adentrarme en mundos diferentes cada quince minutos. Poder rozar a los actores. Poder divertirme, reflexionar y sufrir con ellos tan de cerca. Casi formar parte de la representación. Y contaminada busqué y rebuscamos, hasta que llegó a nuestras manos el texto “El arte de Mentir” de Bertus Compañó, saltando la chispa tras la primera lectura. De inmediato nos entró el ansia por representar lo que pasaba dentro del castillo de “los marqueses de Sade”. Hablamos con el autor, y le compartimos que preferíamos hacer una pieza corta. Nos apetecía encarnar a esos personajes muy cerca del público. De modo que a Bertus, le tocó comerse el coco y recortar de aquí y allá para adaptarla a nuestra petición. Una vez tuvimos el texto listo, nos liamos la manta a la cabeza y comenzamos con la pre-producción de la obra. El director vino desde Barcelona para guiarnos y hacernos entender a los marqueses. Natacha Gallardo se puso manos a la obra como jefa de vestuario, y con la ayuda de Un taller en Justiniano encontraron la ropa perfecta para esta peculiar pareja de ricos. Francisco Concepción (mi apoyo incondicional e incansable) nos ayudó a materializar la idea, además de encargarse de la cartelería y el diseño. Y en medio de todo este barullo, conocimos a Sheila y Paul, dueños de un coqueto local en Malasaña, llamado Santa Bárbara 8, que está muy comprometido con el arte y la cultura. 

Vestuario de "El arte de mentir" propuesta de Natacha Gallardo y Un  Taller en Justiniano.

Y casi sin darnos cuenta… ¡HA LLEGADO EL DÍA!

Esta noche, Raúl Mérida y yo estrenamos “El arte de mentir”. Debo confesaros que estoy nerviosa y excitada. Me siento como una niña pequeña el día de Reyes. Estoy deseando ponerme la bata de marquesa, los tacones y dejarme llevar por la desdichada de esta mujer que sólo ansia cariño.

Cartel e imagen de "El arte de mentir" texto de Bertus Compañó.

Me siento feliz de poder compartir, casi en primicia, con mis amigos de “Las llaves de Casa” esta historia tan especial. Así que los viváis en Madrid (o tenéis pensado venir algún fin de semana de Noviembre) espero que vengáis a ver El arte de Mentir, y después de la función podamos compartir opiniones aquí en nuestra hora del café.

Deseadnos suerte.