Las grietas de Sara... perdón de Jara

INT. DEPARTAMENTO – TARDE
Escuchamos ruido de obra. Una excavadora. Martillos.

Así es como comienza en la mente de Nico (Nicolás Gil Lavedra) su nuevo proyecto cinematográfico. Y esas son las primeras líneas que me encontré al abrir el guión de “Las grietas de Jara”. Recuerdo devorar sus letras con ansia, queriendo saber cada vez más. Descubriendo con sus personajes todas las mentiras que envuelven el despacho de arquitectos Borla & Asociados.

Y casi sin darme cuenta…¡hoy se cumple la tercera semana de rodaje! Ahora es cuando me encantaría inventar un mando a distancia con el que poder controlar el tiempo. Hacer que todo vaya despacito, o incluso poder utilizar el "bullec Time", como si de la mismísima escena circense de Big Fish se tratara, para detenerlo durante al menos un ratito, mientras yo aprovecho para exprimir un poco más la experiencia. Porque haciendo análisis, creo que es el proyecto que más estoy disfrutando en mi vida.

Tener en las manos la claqueta de Las grietas de Jara es un honor.

“Las Grietas de Jara” está basada en la novela homónima de Claudia Piñeiro, considerada la dama del suspense. De hecho, es un best-seller. La historia habla sobre
un arquitecto bastante gris, Pablo Simó, cuya obsesión es poder construir la torre de sus sueños, pero se limita a dibujarla. Hace veinte años que trabaja en un estudio de arquitectura que no puede o no quiere dejar. Veinte años son también los que lleva casado con Laura, a quien sólo lo unen la costumbre y una hija. Cuando la joven Leonor llega inesperadamente al estudio buscando a Nelson Jara, comenzará a revelarse la trama del secreto en la que Simó está implicado junto a su jefe y una compañera de trabajo. La aparición de la muchacha y las derivaciones de ese hecho del pasado abrirán una grieta en la precaria estabilidad del arquitecto, que verá derrumbarse una a una las certezas que lo sostuvieron hasta el momento.

Izquierda: con mi amigo Fran, modo "cancheros".     Derecha: Con Nico (el director), David y una servidora.

Y esa soy yo: Leonor. Durante 7 semanas le presto mi cuerpo, mi alma y mi voz a una estudiante de fotografía que va en busca de respuestas, pero que no quiere revelar las suyas. Leonor es una porteña valiente y pasional, sin pelos en la lengua y a la que le gusta jugar con fuego. Sí, he escrito porteña. Pero dejaré para más adelante, si os apetece y os interesa, cómo he preparado el acento argentino para darle vida al personaje.

Fotograma en primicia de Las grietas de Jara

Antes de despedirme, no puedo pasar por alto un hecho que me resultar de lo más curioso… Durante años pensé que el “jet lag” era un invento de pijos: —¡Ay!, de verdad… Me va a estallar la cabeza… Acabo de aterrizar de Miami, y no soporto el jet lag.;))

Pero… ¡he descubierto que sí que existe! La primera semana me costó mucho adaptarme al nuevo horario, y cuando casi lo había conseguido… rodaje nocturno. Cuando empecé a acostumbrarme de nuevo… rodaje diurno. Hasta que llegó un punto en el que mi cuerpo se revelo y no sabía a qué hora debía dormir ni a qué hora debía comer.

Aún así, os aseguro que todo eso es peccata minuta, “Las grietas de Jara” es un proyecto increíble del que estoy muy orgullosa de formar parte.

A la izq. con Joaquín Furriel y el director Nico Gil.        A la derecha mi amiga Manu, del equipo de dirección

Intentaré hacer un diario de rodaje, para que no perdáis detalle de los entresijos de la peli, y que me vayáis acompañando en el proceso. Y desde luego, si queréis saber algo en concreto (sin que sea un spoiler) me lo podéis preguntar en nuestro café de Las llaves de casa.