5 anécdotas de rodaje que aún no os había contado.

Curiosidades o anécdotas de rodaje son la preguntas obligatorias en cualquier entrevista. 
A cualquier cinéfilo le divierte saber datos como que "Tarantino ha desarrollado tanta pasión por las palabras malsonantes, que le llevó a incluir en Reservoir Dog la palabra "fuck" (joder en inglés) 252 veces".
Conocer los entresijos y secretos de una producción, es cuanto menos apetecible, y como la semana pasada celebrábamos nuestro aniversario aquí, en Las llaves de Casa, y ha sido una de las peticiones más recurrentes, esta semana os traigo cinco anécdotas en las que me he visto envuelta.

Reservoir Dog 1992.

1. Condiciones climatológicas.

Cuando me preguntan sobre alguna anécdota de rodaje, lo primero que me viene a la cabeza es esto: "condiciones climatológicas". Y es que sin duda, puede llegar a ser un gran adversario para nuestro trabajo. La que recuerdo con más aprensión es rodando mi primera película: Tres60. Durante algunas semanas, el rodaje era exclusivamente nocturno. Nuestras jornadas comenzaban a
las seis de la tarde y terminaban a las siete de la mañana. Y a pesar de que el rodaje se desarrolló íntegramente en verano, el monte de Navarra a ciertas horas llegaba a envolvernos con un ambiente glacial. Para más inri, no sólo contábamos con lluvia real y artificial, sino que en la escena estábamos en ropa interior... Y mientras nosotros nos quedábamos a pecho descubierto, nuestros compañeros del equipo técnico lucían abrigos gigantes que parecían convertirse por segundos cada vez más y más calentitos. Entre toma y toma nos traían caldos calientes para intentar entrar recomponernos, pero lo cierto es que llegó un punto en el que nada funcionaba y se me llegaron a poner los labios de color morado. (Por suerte, esa fue la última toma).

2. Cambios de rol.

Todo puede cambiar en un pis-pás. Recuerdo la llamada de mi representante citándome para un casting de la nueva serie que produciría Globomedia. Tenía que preparar un personaje de una chica jovencita que era becaria en una revista. El día del casting, cuando terminé mi prueba, me dijeron que sino me importaba aprenderme otra separata sobre la marcha para verme en otro registro. Una chica más joven, de familia adinerada que tendría una relación de amor odio con su chófer. Su nombre era Velve, y el del chofer: Aníbal.

Poco después me confirmaron para este segundo personaje. (Para los que seguisteis "B&B" al final el personaje acabó llamándose: Cayetana Bornay.)

3. ¡Estudia!

Arrayán fue mi primera serie con un personaje fijo. Yo no era consciente del ritmo de trabajo que se lleva en una serie diaria... Así que los primeros días no solo me pilló por sorpresa, sino también desentrenada. Tenía en torno a nueve secuencias al día, de cuatro o cinco  páginas cada una. Así que después de doce horas de rodaje, tenía que llegar al hotel (con el bajón de adrenalina) y estudiar más de treinta páginas mientras sentía el cerebro medio muerto. Los primeros días me llegué a sentir tan incapaz, que llegué a pensar en fingir que estaba enferma por miedo a no cumplir con el objetivo. La buena noticia es que al final todo sale, y conseguí meterme todo aquello en la sesera. Además, día tras día me resultaba más fácil la tarea. Arrayán no sólo fue un máster de interpretación, sino un gimnasio mental.

4. Momento disfrute.

Argentina, un personaje con giros y aristas, un acento que no es el mío, y un equipo de ensueño. Quizás este cóctel molotov hizo que la anécdota más significativa del rodaje de "Las Grietas de Jara" (que por cierto, a finales de año ya podremos verla en España de la mano de Netflix) fuera que iba al rodaje incluso los días que no me tocaba trabajar. Estuve casi dos meses en Buenos Aires, y tuve muchísimos días libres en los que me podría haber ido hasta a La Patagonia, pero estaba tan inmersa en la película, que hasta en mi tiempo de ocio iba al set para ver cómo avanzaba todo.

¡Estoy deseando ver y que veáis el resultado final!.

5. Imprevistos.

Como ya os contaba en el post que escribí acerca de la nueva película que rodé bajo las órdenes de Iván Fernández de Córdoba, el rodaje ha sido hasta el momento el más duro física y mentalmente que he vivido... Las jornadas de trabajo fueron muy intensas y disponíamos de muy poco tiempo para rodar la película. Y dentro de toda esta locura podría reseñar unas cien anécdotas, pero una de las que recuerdo con más gracia fue cuando nos surgió un pequeño "imprevisto físico".

Suelo sufrir mucho la pre-produccion de cada proyecto. Las ganas de empezar y de enfrentar un nuevo personaje hace que casi siempre, me salga un pequeño herpes en el labio. Esta vez conseguí librarme, pero cuando ya estábamos inmersos casi en la mitad del rodaje, acabó brotando. En mi farmacia habitual me preparan una solución que me lo frena en el momento, así que hablé con producción para que me acercaran a una farmacia cercana y así poder parar el desastre... Rodábamos en un pueblo llamado Urrotz, y no sólo no disponía de farmacia, sino que la del pueblo de al lado, también estaba cerrada por ser sábado. En la puerta de la farmacia, encontramos un cartel que decía que debíamos llamar al 112, y tramitarlo como si fuera una emergencia! Yo me moría de vergüenza al ver que estaban llamando al teléfono de emergencias porque me hubiera salido un herpes casi invisible. Finalmente en otro pueblo conseguimos contactar con un farmacéutico que salió exclusivamente de su domicilio para abrirnos su farmacia y vendernos una pomada. Recordaré esto toda mi vida.

Espero que este café os haya resultado ameno... Yo mientras, voy a por otra cafetera para que empecemos nuestro debate semanal... Y lo abro a colación de ésta última anécdota que os he narrado... ¿Cuál ha sido vuestro peor "tierra trágame"?