¿Cómo convertirse en una "Compi-Yogui"?

Siempre me había llamado la atención el yoga, así que un día me decidí muy ilusionada a probarlo en un céntrico gimnasio de Madrid. Pero la práctica, un total de cinco sesiones, fue un completo desastre.

A las clases asistían alumnos con niveles muy diferentes, cada uno practicaba a su libre albedrío, sin apenas conciencia de lo que hacíamos. Imitaba posturas que no había visto en mi vida, a sabiendas de que las realizaba de manera incorrecta. Llegando incluso a hacerme daño. Y nadie, te corregía.

El yoga, ese yoga, comenzó a reportarme más cosas negativas que positivas, y entendí que ese sitio no era para mí.

Bhujangasana – Postura de la cobra.

Siddhasana: Postura de meditación.

Pasaron dos años hasta que me animé de nuevo a intentarlo. Esta vez, dediqué un mes entero a buscar la escuela "perfecta". Cada día llamaba a alguna, pedía referencias, leía foros, blogs.... Pero por fin, después de tanto trabajo, quedaron tres finalistas. Así que opté por pagar una clase de prueba en cada una.

• En la primera ni siquiera llegué a realizar la práctica. Se trataba de Bikram Yoga. Una práctica a 40 grados. Era agosto, y a parte de no tener en muy alta estima mi condición física, el calor y yo no somos buenos amigos. Así que, aunque la dueña fue muy amable, y me quedaba cerca del teatro dónde estaba trabajando, desistí.

• En la segunda escuela ofertaban Hatha Yoga a un precio razonable, y la sala era realmente bonita. Con dos grandes ventanales que dejaban al descubierto un jardín de cuento. Éramos cinco alumnas. Todo iba viento en popa, pero poco después de empezar la clase, volví a revivir mi primera experiencia. La profesora no te corregía las posturas. Durante la hora y media, intentaba esforzarme por hacer los ejercicios como las otras chicas, notando como mi cuerpo gritaba que eso era totalmente antinatural. Notaba cada vértebra de mi columna sufriendo, y no por el óxido o la falta de costumbre, sino porque realmente yo no sabía hacer aquello que me pedían. De nuevo, con miedo a lesionarme, pagué mi clase de prueba, sabiendo que no volvería.

• Dicen que a la tercera casi siempre va la vencida. Puse rumbo a Atocha. Y después de un buen desayuno me dispuse a buscar la escuela. Me costó un poco encontrarla ya que está algo escondida y cuando por fin topé con ella... ¡estaba cerrada!. No podía creerlo... Llamé varias veces a la puerta, sin respuesta. Comprobé de nuevo en su página web... Sí, sí, había ido en el horario correcto. Así que llamé por teléfono. Pero nada, no obtuve respuesta. Pero pasadas un par de horas me devolvieron la llamada: cuando están impartiendo clase no la interrumpen, por eso no me habían contestado. Me atendió una chica muy agradable con la que quedé a la semana siguiente para mi clase de prueba.

Aushadhi Yoga, es una escuela pequeña, coqueta y con encanto. Allí me recibió un rico olor a incienso y paz, mientras Ledi (mi nueva profesora) me enseñaba la escuela. En Aushady se practica Hatha Yoga, dedicando los 15 primeros y últimos minutos a la meditación.

He de reconocer, que es lo que más me ha costado: la meditación. Aunque he avanzado mucho, aún me queda un larguísimo camino por recorrer. Soy bastante activa, no paro de darle vueltas a la cabeza, pienso constantemente sin parar. No consigo ponerla en pause ni siquiera dos segundos. Así que los primeros quince minutos se me hicieron rarísimos. Ledi nos guiaba con una voz casi celestial, acompañada por unos mantras que sonaban de fondo en un cedé. Y por mucho que intentaba revelarme contra mis pensamientos, mi cabeza no paraba de pensar frenéticamente. De analizar cada palabra, el sitio, el entorno, incluso que tenía que cocinar ese día. La única manera de salir un poco de esa situación era abriendo los ojos. Pero la claridad que entraba en la estancia a primera hora de la mañana, sus orquídeas, y sus estatuas budistas… conseguían relajarme.

El siguiente paso era la práctica. Casi de forma automática, me dispuse a hacer lo que “había aprendido” en mis anteriores clases… Me esforzaba por hacerlo lo mejor posible, en plan: ¡Eh, que no soy novata del todo! Y cuál fue mi sorpresa, que Ledi, se acercó a mi oído, y de la manera más dulce me dijo que teníamos que ir poco a poco, que así me haría daño, y que esto no era una competición. El resto de la práctica continuó corrigiendo mis posturas con cariño. Haciéndome entender qué era realmente el Yoga.

Vrksasana: Postura del árbol.

Variante de Perro cara abajo.

Así que salí feliz y pletórica. Queriendo aprender más. Ésta era mi escuela. Con el paso de los meses, fui conociendo al resto de profesores. Elena, Marta y Ledi se han encargado de enseñarme mucho más que unas asanas. Porque tal y como dicen al final de cada sesión: "La práctica termina aquí, pero el yoga continúa".

Durante este año, he aprendido a escuchar mi cuerpo. A quererme más. A entender que el yoga no es un deporte para tener un cuerpo de escándalo, sino a una filosofía de vida. Una práctica que busca el crecimiento pleno de la persona y que incide en todas las áreas de la vida: el cuerpo, la mente, en su actividad, en los pensamientos, las emociones, las acciones, las relaciones... Aunque los beneficios que he sentido físicamente, de manera colateral, son muchísimos: la elasticidad, el tono muscular, la fuerza… 

De esta manera declaro que estoy totalmente enganchada al yoga. Incluso hay días que no puedo asistir a clase y necesito auto-gestionar la práctica.

Halasana: Postura del arado

En siguientes posts, si queréis, os hablaré de la multitud de beneficios que tiene el yoga para la salud, de los avances que voy haciendo, o incluso del Dhrupad, el estilo más antiguo de música india.

Y desde luego, no puedo olvidarme de contaros la importancia de llevar una ropa adecuada para una buena práctica. Los que me seguís en redes sociales, sabéis que mi mejor aliado a la hora de hacer deporte es Adidas. Pertenezco al grupo "mygirls". Una iniciativa increíble de la marca, que fomenta el deporte femenino.

Cada año, Adidas nos sorprende con nuevas colecciones que trae looks funcionales y con estilo, para que nos sintamos guapas y especiales mientras hacemos deporte. Además, organizan encuentros y actividades a las que podéis apuntaros y disfrutar juntas. Os dejo por aquí algún ejemplo, aunque algún café de los viernes irá dedicado a uno de estos encuentros que estoy segura, os encantará.

¡Nuestra cafetera está que echa humo! Estoy feliz con la cantidad de visitas y comentarios de los últimos viernes. Y por eso quería recordaros que podéis abrir debate entre vosotros, y podamos así crear una comunidad de amigos, e interactuar entre todos. Será divertido.

No os olvidéis "Las llaves de Casa" para encontrarnos el próximo viernes y compartir nuestro café.