Alerta con los “destroza salud" y "destroza psiquis e ilusiones”

Me subo a la báscula. He subido casi dos kilos éste verano. Inmediatamente me viene la imagen de los helados, las cotufas del cine y los refrescos bien fresquitos. Y casi como un acto reflejo, maldigo el verano y los 40 grados de Madrid. ¿Y sabéis qué? Ha merecido la pena cada uno de ellos. Los momentos que han representado, las conversaciones, risas y lloros anexos...

El placer de saltarse la dieta. Comiendo un Falafel en el barrio judío de París.

Quede dicho que le doy mucha importancia a la alimentación. Intento que lo que como le aporte beneficios a mi cuerpo, y me alimente de verdad. Lo complemento con algo de deporte, pero la verdad es que soy bastante disfrutona. No concibo ir al cine sin comer palomitas, o en verano disfrutar de un buen helado de mis frutas favoritas.

Siento que a medida que van pasando los años, nos tomamos las cosas de diferente manera. De forma más moderada y menos tremendista. Hoy en día me conozco un poco más. Me quiero en mi totalidad, a mí y a mi cuerpo. Sé cuándo algo me va a sentar mal. Cuándo puedo cometer algún exceso y cuándo mi cuerpo me pide más deporte, comer algo más sano o negarme ciertas cosas. Y si he subido algo de peso, con un poco de sacrificio, trato de volver a mi peso normal a base de la comida que me conviene y hacer un poquito más de ejercicio. Pero no siempre ha sido así. Cuando eres más joven, la imagen y lo que digan los demás te importa muchísimo. Casi que vives esclava de ella. Encima, si tu cuerpo es tu herramienta de trabajo, y topas con personas tóxicas a los que les prima más el resultado de una simple foto que tu salud, es una combinación muy dañina.

Me parece DEMENCIAL algunas "recomendaciones" que se les hace a los jóvenes en los ámbitos profesionales de la moda y la interpretación.

Cuando tenía 14 años me apunté a una agencia de modelos, con la que hice algunos anuncios de publicidad. Fue después de hablarlo con mis padres y de haber
sacado todo sobresaliente, de lo contrario no había trato. Eran así de exigentes.

La rutina semanal de la agencia, era pasarse por la oficina para tomarnos medidas y hacernos “unas polas” (las polas, como las llamaban, son fotografías Polaroid Instantáneas en bikini). Y como ya os podréis imaginar, el haber subido un kilo, se convertía en un ataque al psiquis.

Siempre he sido una chica normal, en cuanto a talla se refiere. En mi peso, ni muy delgada, ni con sobrepeso. Normal. Eso sí, una chica-mujer con curvas. Pero, al menos para aquella agencia, eso no era bueno. Debía estar por debajo de mi peso. Aunque ya sabemos que los médicos no lo recomiendan.

Surgió un trabajo, para el que en una semana debía bajar tres kilos. Así que me hablaron de una dieta que lo conseguiría. La “dieta del sirope de arce”. Efectivamente bajé tres kilos. Alimentándome en la semana previa sólo de agua con sirope, limón y cayena. Sin ingerir nada sólido. Sí, en el trabajo quedaron encantados con mi nuevo peso. Resistí la noche del acto de presentación a duras penas. En medio de las fotos, las entrevistas, las felicitaciones... estaba como ausente, mareada, confundida, a punto de perder el conocimiento y tuve que ir corriendo a urgencias, con la lengua totalmente blanca y sintiéndome muy débil. Pasé varias horas en una camilla con un suero y asustada por la tontería que había hecho. NADA compensa que rompas tu salud. Las consecuencias de este tipo de “dietas”, pueden ser muy graves. Como poco puedes desarrollar una diabetes que te acompañará de por vida.

Poco después, llegó la gota que colmó el vaso. Recuerdo la última conversación con la dueña de la agencia. Ojeaba una revista que colocó sobre la mesa y me soltó «Por primera vez las modelos talla XL pueden ser portada de algo» Añadiendo que yo, por fin, podría tener trabajo. Me recomendó que, debido a mi peso, era mejor que enfocara mi carrera como actriz y dejara la publicidad. Algo que hoy en día, le agradezco muchísimo. Gracias F., realmente ser actriz es de las mejores cosas que me han pasado. Trabajo en lo que me gusta y me siento realizada. Incluso, para tu sorpresa, me siguen llegando propuestas de publicidad.

Afortunadamente a pesar de mi juventud, pude entender que ese tipo de ataques eran totalmente innecesarios y tóxicos. Que yo estaba estupenda, que era feliz, que estaba sana y en mi peso. Me sentía guapa. Así que me levanté y me despedí muy educadamente. Hablé con mis padres para que enviaran un burofax a la agencia para dar por concluida mi relación laboral y personal con esa “profesional de la moda” o más bien con ésa “destroza salud de adolescentes” y “destroza psiquis e ilusiones”.

Lo que quiero transmitir, tanto a las chicas y chicos jóvenes y no tan jóvenes que me preguntáis cómo empezar en el mundo artístico, es que no seáis esclavos de vuestro cuerpo, ni de las dietas engañosas.  El único secreto y fórmula mágica que existe es comer bien y hacer deporte. Y con respecto al trabajo, tenéis que esforzaros mucho en la formación, por ser los mejores en lo vuestro, y en el momento de la prueba (casting) poder demostrar lo que valéis, intentando hacer algo diferente, que os haga especiales. Sin olvidar ser puntuales, profesionales y creer en vosotros mismos. Procurad hacer siempre fácil el trabajo a los compañeros. El resto es tan simple y a la vez tan complicado como mantener la constancia a diario y una buena actitud ante las dificultades.

No soy la primera en hablar de todo esto, hace unos meses, Cinemanía escribía un artículo acerca de las actrices de Hollywood que habían denunciado este tema. Una discriminación por su cuerpo y no por sus aptitudes artísticas y talento. Olé por ellas que gritan: «¡Ya está bien!»

¿Y vosotros? ¿Habéis tenido alguna experiencia similar? ¿Os han discriminado alguna vez por vuestro peso? Será un placer conversar mientras voy poniendo la cafetera al fuego. Y no olvidéis vuestra copia de "Las llaves de casa" para encontrarnos en nuestro café del próximo viernes.